Las
vacunas son productos biológicos que requieren, al igual que otros
medicamentos, una conservación en nevera entre +2 ºC y +8 ºC con una
temperatura media recomendable de +5 ºC.
Una conservación
inadecuada puede reducir la inmunogenicidad de las vacunas o llegar a
inactivarlas totalmente y, por consiguiente, puede dejar a los
individuos vacunados como susceptibles a padecer la enfermedad. Por esta
razón, la adecuada conservación de las vacunas es de vital importancia.
La conservación correcta es la base sobre la que se sustentan las
buenas prácticas de vacunación.
La cadena del frío se
puede definir como el conjunto de eslabones estructurales de tipo
logístico (neveras) que garantizan que durante todo el proceso, desde la
fabricación hasta la administración, las vacunas se mantengan dentro
del rango de temperatura establecido. Para que la cadena del frío se
mantenga sin interrupciones, además de los recursos materiales, es
necesario contar con los recursos humanos (personal) con formación
adecuada que garantice que las vacunas llegan en óptimas condiciones a
las personas que han de recibirlas.
Este documento hace
referencia a los aspectos fundamentales del almacenamiento, conservación
y transporte de vacunas a nivel de los centros de vacunaciones de
atención primaria. Los centros de distribución de vacunas u otros
dispositivos mayores deben tener una infraestructura y medidas de
seguridad diferentes a las que se observan en los centros de vacunación
de atención primaria.
Neveras
Los
centros donde se almacenen y administren vacunas deberán disponer de
neveras adecuadas al volumen medio de vacunas que consuman en un período
de tiempo. El volumen de la nevera deberá calcularse en función de la
frecuencia de reposición de vacunas y deberá tener en cuenta también
situaciones puntuales de mayor consumo, como ocurre durante la campaña
anual de vacunación antigripal.
Las neveras deberán ser,
preferentemente, modelos específicos para conservación de vacunas y no
frigoríficos comerciales de uso doméstico. En el caso que se utilicen
neveras domésticas, éstas deberán tener el congelador separado (neveras
tipo combi). No son aceptables los frigoríficos que incluyen el
congelador en la misma cámara en la que se almacenan las vacunas.
Las neveras específicas
para conservar vacunas u otros productos biológicos tienen como
característica esencial el mantenimiento de una temperatura homogénea en
todos los estantes de la nevera. Pueden incluir también un dispositivo
de registro continuo de la temperatura, con sus correspondientes alarmas
para avisar de desviaciones del rango programado. En caso de no estar
equipada con este dispositivo de lectura continuada deberán contar con
un termómetro de máxima y mínima.
Se recomienda la
colocación de botellas de agua en los estantes inferiores de la nevera
para que ayuden a mantener la temperatura interior estable durante más
tiempo, como medida de seguridad en caso de fallo eléctrico.
Neveras portátiles
Cuando
se transporten pequeñas cantidades de vacunas se utilizarán neveras
portátiles o bolsas isotérmicas, con sus correspondientes acumuladores
de frío, adecuados al volumen y a la duración del transporte. Los
acumuladores de frío deben acondicionarse previamente en un congelador
convencional (-20 ºC) para que mantengan la temperatura durante el
transporte y deben separarse sus paredes de las vacunas, mediante papel o
cartón, para evitar el contacto. Para transportes de corta duración
deben colocarse preferiblemente en la parte superior de la nevera. En
transportes de más de 12-24 horas han de colocarse también acumuladores
en las paredes laterales.
Dispositivos para monitorización de la temperatura
Todas
las neveras en las que se almacenen vacunas deberán disponer de un
dispositivo de medición de la temperatura. Este dispositivo puede ser un
termómetro de medición continua, que consiste en un reloj que registra
la temperatura de forma continuada en soporte papel habitualmente y que
sirve como registro de información, o bien un termómetro de máxima y
mínima que registra únicamente el rango alcanzado en un período de
tiempo. Este tipo de termómetro o el sensor en caso de dispositivos
electrónicos, deberá colocarse en el centro de la nevera, evitando el
contacto con sus paredes.
La mayoría de las neveras
de los centros de vacunación en atención primaria están equipadas con
termómetros de máxima y de mínima. En estos casos, la lectura deberá ser
diaria (preferentemente a primera hora de la mañana y a última hora de
la tarde) y los valores se anotarán en una hoja de registro específico
para cada nevera. Una vez realizada la lectura deberá dejarse preparado
el dispositivo para iniciar nuevas mediciones, mediante su reseteado
manual o por medio de un botón.
Personal responsable del almacenamiento, conservación y transporte de vacunas
En todo
centro sanitario en el que se administren vacunas deberá haber un
responsable de la conservación y almacenamiento de las mismas. Las
funciones de dicho responsable son velar y exigir el cumplimiento de los
principios básicos para una adecuada conservación y almacenamiento de
las vacunas, a saber:
- Disponer de información escrita sobre los procedimientos que deben cumplirse y las actuaciones en caso de emergencia.
- Prever las necesidades de vacunas y realizar los correspondientes pedidos.
- Comprobar que las vacunas se recepcionen y se almacenen adecuadamente.
- Tomar decisiones (previa consulta con el centro de referencia) en relación a las vacunas potencialmente dañadas por desviaciones de la temperatura.
- Comprobación diaria de la temperatura de las neveras del centro.
- Registro de las temperaturas máxima y mínima en todas las neveras que no dispongan de registro automático continuado.
- Controlar que en las neveras no haya vacunas caducadas (las vacunas pueden utilizarse hasta el último día del mes indicado en la caducidad).
- Vigilar que en las neveras no se almacenen productos distintos de las vacunas.
- Controlar el buen funcionamiento de las neveras.
- Garantizar que el personal bajo su supervisión este adecuadamente formado.
El responsable puede ser,
asimismo, la persona que realiza las anteriores actividades o bien
encargar su realización a otros profesionales que cubran todos los
turnos y horas de apertura del centro. Es necesario que este personal
reciba una formación continuada, que sepa qué medidas debe tomar, tanto
en la actividad rutinaria diaria, como frente a situaciones de
emergencia. Es fundamental que estén también cubiertos los períodos
vacacionales.
- En las neveras de vacunas deberá mantenerse un orden que facilite la rápida localización de una vacuna. Agrupar las vacunas de un mismo tipo y fabricante. Colocar delante las más cercanas a la caducidad para utilizarlas en primer lugar.
- Mantener las vacunas dentro de su embalaje original hasta su utilización.
- Respetar la capacidad de la nevera. Las vacunas deben estar separadas de las paredes de la nevera aproximadamente 5 cm para que circule el aire en su interior.
- No colocar vacunas en la puerta de la nevera. No depositar vacunas en la parte más inferior de la nevera (debajo del último estante).
- No colocar alimentos en neveras en las que se almacenan vacunas.
- Intentar mantener la temperatura media de la nevera en 5 ºC.
- Mantener la nevera limpia y en condiciones óptimas de uso. Las juntas de goma de las puertas deben limpiarse y mantenerse en buen estado.
La rotura de la cadena del
frío puede tener como causa un transporte inadecuado, debido a la
utilización de contenedores sin la adecuada refrigeración, o bien por
una desviación de temperatura en la nevera de almacenaje por una
utilización incorrecta o causada por interrupción del fluido eléctrico.
La importancia de este incidente dependerá de la duración del mismo y de
la temperatura alcanzada en el interior de la nevera. Para conocer
estos datos es esencial disponer de un registro adecuado y continuado de
la temperatura en el interior de la nevera.
Acciones a tomar ante una interrupción del fluido eléctrico
- No abrir la nevera para evitar la pérdida del frío, a menos que se abra para trasladar las vacunas a otro frigorífico.
- Medir la temperatura máxima alcanzada y, si hay medición continua, el tiempo durante el que las vacunas han estado sometidas a esta temperatura.
- Marcar los envases de las vacunas que han estado expuestas a esta situación.
- Consultar las tablas de termoestabilidad y/o consultar con los responsables de vacunas del centro de distribución sobre la actitud a seguir con las vacunas involucradas en el incidente.
Termoestabilidad de las vacunas
La pérdida de potencia de
una vacuna está determinada por el tipo de desviación de la temperatura
(congelación o elevación por encima del rango superior), el grado de la
misma y su duración.
Históricamente se ha
prestado más atención a la elevación de la temperatura por encima de los
8 ºC (calor) que por debajo de los 0 ºC (congelación). Las vacunas que
contienen adyuvantes son especialmente sensibles a la congelación y
cuando ocurre, inactiva por completo la vacuna, debiéndose entonces
desechar. En cambio, como norma general y a menos que se trate de
temperaturas extremas, un aumento de la temperatura produce únicamente
una aceleración de la velocidad de degradación, reduciendo el periodo en
que puede utilizarse.
A pesar de la importancia que la pérdida
de la cadena del frío tiene sobre la termoestabilidad de las vacunas,
existe aún un vacío de información sobre este materia. Sería deseable
que en los próximos años, fabricantes y autoridades sanitarias (a nivel
supranacional) aunaran esfuerzos para proporcionar datos actualizados
sobre la termoestabilidad, tanto de las nuevas vacunas como de las ya
comercializadas. La información proporcionada por distintas fuentes en
relación a la termoestabilidad no siempre es coincidente. En última
instancia, cada profesional deberá actuar en función de las indicaciones
recibidas de su centro de distribución de vacunas.
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Diego van Esso Arbolave. Pediatra. CAP Pare Claret . Institut Català de la Salut. Barcelona
Josep Marès Bermúdez. Pediatra. Institut Pediàtric Marès-Riera. Blanes. Girona
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